En pocas palabras: subida, subida y más subida.
Me habían comentado que era una cursa bastante dura, por eso uno de los motivos de inscribirme a la media maratón -1.900m desnivel-, en lugar de la maratón -3.800m desnivel- (tiempo máximo de cierre para la maratón: 9 horas!). La primera anecdota era que la maratón comenzaba a las 7h y la media a las 8h de la mañana.
Vaya madrugón! Había que ir a Aiguafreda, recojer el chip-dorsal y calentar. Nunca me hubierá imaginado que cuando antes me acostaba a esas horas, ahora me levantará para esto! ¿la edad?
Los primeros kilómetros de subida aguanté a un buen ritmo y adelantando a muchos corredores, pero poco a poco me fuí derrumbando, me iba encontrando cada vez más petadísimo, por momentos pensaba que iba a llegar a las puertas del cielo de tanto subir; y encima al llegar a la cima cometí una error de novato -y que es lo que soy-, beber dos vasillos de agua demasiado rápido en el avituallamiento, por lo que en la bajada de la cima me entró flato, con lo que muchos participantes me adelantaron en el descenso.
Si no había habido suficiente, al afrontar la segunda cima, las piernas ya no me respondían, por lo que prácticamente la complete andando. El resto de carrera, a un ritmo bastante lento.
En resumen, mucho que aprender de estas pruebas de desnivel, sobre todo a planificar el esfuerzo. ... y más subida...
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